jueves, 26 de diciembre de 2013

Diario Z. Capitulo 1. Muero - por Matías Gali



Languidezco y desemboco en la locura. Mi cuerpo ya no responde a los instintos que lo nutren de vida. Muero y solo dejo silencio. Mi existencia ha sido tan efímera que nadie se da cuenta de mi ausencia. No espero la eternidad pero me sorprendo agonizando y sintiendo entre cada latido un frío intenso que me lleva consigo. Se quiebra mi conexión con lo que hasta ahora creía real y entro en un mundo de sombras sin sentido. Cierro los ojos jadeando, intentando alejarme de mi propio espanto y descubro que no hay nada detrás de la oscuridad. No veo una luz al final de un túnel ni caras conocidas. El dolor que recorre mi cuerpo me obliga a permanecer en una extrema vigilia y un miedo descontrolado atenaza mi capacidad de raciocinio. No recuerdo nada ni a nadie y me enfrento a mi fin solo y sin fuerzas. Me entrego y en esa entrega encuentro algo de aliento interrumpido por un inesperado dolor insoportable. Apenas soy consciente de que sigo luchando, no quiero hacerlo pero mis órganos no responden ya a mi voluntad y se aferran a subsistir a cualquier precio. Un cóctel químico autoinfligido me reactiva entre estertores por apenas unos segundos, lo suficiente para hacerme ver la imperativa importancia de lo que está sucediendo. En lo universal no soy más que una mota de polvo que se retuerce sin aceptar que han acabado sus días, sin embargo  el dolor lo embarga todo. El ego lucha por sobrevivir, hacinado en un espacio claustrofóbico, agonizando por momentos y sintiéndose derrotado al fin. Sin identidad, sin dolor ni consecuencias, mi cuerpo yace sobre un manto de sangre y relaja cada uno de sus músculos descubriendo por primera vez su total lasitud. En ese mismo instante noto vibrar algo en mi interior, me desvanezco, solo oscuridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario