Las teorías conspiratorias
siempre me han llamado la atención y como cada inicio de año la secuencia de
noticias acaba abriendo debates de los que difícilmente te puedes mantener al margen.
Sentado sobre hojas secas, en el césped de un parque madrileño, consulto mi móvil
y un tuit que enlaza con un artículo sobre la conciencia social capta mi interés.
Enlazo este artículo con otros que hablan de bancos, crisis y deudas soberanas,
y este con otro de política internacional y grandes corporaciones como Monsanto.
Después miro atolondrado cómo se agitan levemente las ramas de los árboles.
Ya nadie duda que se está
estableciendo un nuevo orden mundial y que el poder está concentrado en unos
pocos que acaban imponiendo el designio de muchos. Las grandes corporaciones
controlan nuestra alimentación, nuestra economía y hasta nuestras modas. Grandes
corporaciones apoyadas por grandes bancos son partícipes y cómplices de esta
endogamia económica que provoca la globalización. Los gobiernos solo son la
cabeza visible de estos intereses y el dinero corre a raudales entre cada conjunto.
Estar fuera de esta asociación que nos gobierna te convierte en un marginado o
en un paria. La cuestión es, ¿cuanto jugo social le queda por exprimir a este
sistema?. Un jugo fruto del acomodo general y que poco a poco no da más de sí. Estamos otra época de reajuste, cumpliendo el calendario previsto, un apretón más
de cinturón, una selección natural de un mundo sin conciencia y que cada vez estrecha
más la estructura piramidal que la sustenta.
De esta muerte social surge lo
inesperado, un cambio de conciencia como alternativa, el “yang”, una reacción lógica
ante el acorralamiento al que estamos sometidos, casi como inducido por un
planeta que poco a poco ve como va perdiendo vitalidad y encuentra su quietud aspirando
a una muerte digna. No quiero hablar de los Rockefeller, los Kissinger o los DuPont,
ni del FMI, Banco Mundial o las Naciones
Unidas, solo del cambio que estamos experimentando a nivel individual y que
tiene el reflejo en lo colectivo. No hay duda que las ventajas de este sistema
te mantienen atado a él, nadie quiere a estas alturas una anarquía global que
desemboque en el caos. Nadie excepto quién pueda provocarlo a propósito como es
de esperar en el plan urdido por los que ocupan el vértice superior de un
triangulo cada vez mas isósceles. La reacción está en cada uno de nosotros.
Cada vez más se hace necesario un cambio de conciencia, un desarraigo a lo
conocido, una despedida de lo que hasta ahora parece ser lo único que nos
mantiene con vida. Vamos hacia un único poder que lo gobierne todo y en esa
lucha de poderes nosotros estamos en medio, siendo los peones de un tablero de
ajedrez en el que desconocemos las reglas. ¿Como es posible?.
Esta crisis a nivel mundial ha
servido no solo para marcarnos a fuego el pensamiento “madrecita que me quede
como estoy”, sino para fusionar grandes corporaciones farmacéuticas, de
transporte, alimentarias y bancarias. Solo en España, la compresión ha sido
descomunal y aún no ha parado, a nivel local y en todos los sectores, allanando
el camino de unas futuribles fusiones internacionales. Como ejemplo ilustrativo
solo hay que prestar atención a las cajas de ahorros españolas en el periodo comprendido
entre 2009 y 2012.
(Fuente Imagen : iahorro.com)
Tras las dos guerras mundiales,
la creación de la moneda única europea fue el tercer paso firme hacia este
nuevo orden. A ésta seguirá la creación de monedas únicas en América del Norte
y Sudamérica, posteriormente le tocará a Asia y África, y finalmente quedará una
moneda única que nos gobierne a todos (como diría J.R.R Tolkien).
Cada vez quedarán menos manos que
cuenten nuestro dinero. Titánicas aerolíneas como American Airlines Group, Grupos
mediáticos colosales como News Corporation y gigantes publicitarios como Publicis
Omnicom Group decidirán que nos conviene en cada momento. A nuestro alcance
esta inercia es imparable y forma parte de la hoja de ruta del denominado NWO
(New World Order).
(Fuente Imagen: Lanacion.com.ar)
Por otro lado, el cambio de
conciencia global está en auge y se presenta como la alternativa. Cómo
canalizar este cambio y hacer que sea efectivo es nuestro gran obstáculo aunque
estoy convencido que dentro de cada uno de nosotros, incluso de los que
reniegan a este cambio, existe ese “Yang dentro del Ying”.
Tenemos un enemigo implacable, el
tiempo, que determinará si este cambio se produce de manera espontánea o como instinto
de supervivencia. En el equilibrio de fuerzas está la clave y cuanto más se
acerca el momento decisivo, más semillas darán su fruto, creando esa dualidad
que nos hace humanos.
Matias Gali.
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